Saturday, February 04, 2006

Pero cómo se parece usted a Ives Montand

En una ocasión mi amigo el pintor Pedro Preux me dijo que si alguna vez llegaba a escribir su autobiografía la titularía “Pero cómo se parece usted a Ives Montand”. Hijo de padres checos, Pedro Preux nació en París y llegó a México en 1942 a los diez años como miembro de una familia de refugiados de la guerra civil española porque su padre se había naturalizado español y había combatido del lado de los republicanos. Y efectivamente eso solían decirle a Pedro porque hacia finales de los años 50, cuando él andaba en los 29, no era poco su parecido con el Ives Montand de El salario del miedo o el actor y cantante que actuó en Hollywood junto a Marilyn Monroe.
Pero todo este mundo de referencias es algo que en nada atañe a las nuevas generaciones, a los jóvenes que se están inaugurando como ciudadanos todos los días.
—Cuando en una reunión una muchacha te interrumpe y te pregunta, “Perdone, ¿pero quién es James Dean?” quiere decir que ya te estás volviendo viejo —me decía mi amigo el actor Héctor Ortega.
La nueva sangre que viene con el relevo natural sugirió a Ortega y Gasset la idea de las “generaciones”. Ahora en España, dice Álvaro Espina, se concede a las generaciones el papel de sujeto privilegiado de la historia. Más que al individuo, como lo era para Carlyle; más que a las masas, para Lenin. De ahí que, con la llegada de Zapatero (de 39 años) a la dirigencia del PSOE, se vuelva a hablar de la generación de la postguerra, del desarrollo, del cambio, del milenio. Es una manía española.
No es tan extravagante esta reflexión si se acepta que mucho tuvo que ver con nuestra reciente elección presidencial y sus resultados.
Los 356 mil estudiantes que se inscribieron en universidades privadas del país nacieron en su mayoría en 1981 y se graduarán en el año 2003 sin haber conocido el comunismo ni la vida sin el sida. Integran una generación a la que nunca se le pidió que se preparara para “administrar la riqueza” y en cambio sí se enteró de que vivía en un país en crisis. Al frisar los 18 años –se lee en una carta anónima que circula por Internet y que reprodujo Reforma el 8 de agosto de 1999— ya no existía el muro de Berlín ni la Unión Soviética. No se acuerdan del movimiento del 68 mi de la guerra fría y estaban en segundo de primaria cuando se cayó el sistema y le escamotearon la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas. Terminaban sexto cuando mataron al cardenal Posadas y tenían 13 años cuando mataron a Colosio. Es natural, pues, que su percepción del país sea muy distinta a la de quienes nacimos en los años 40 y votamos por Cárdenas. Para ellos siempre han existido las computadoras, las contestadoras telefónicas, las videocaseteras, los celulares, y se informan –los que se informan— a través de los periódicos de todo el mundo que se bajan en la red.
—Leen el Manchester Guardian y no La Jornada ni Proceso –me dice Arturo Acuña, pero no le creo. Ojalá fuera cierto, me digo para mis adentros.
“La ronda de las generaciones” le gusta decir a don Luis González cuando las ubica a lo largo de la Revolución mexicana. Y es evidente. Parece una perogrullada estar hablado de esto. Pero siento que la nuestra, la de los que nacimos con la segunda guerra mundial, el año de Pearl Harbor y de la toma de París, es una de las generaciones que más rápido han envejecido. Hacemos poco contacto con la juventud. Nos llegó la electrónica, se instauró un nuevo lenguaje, y sin darnos cuenta los jóvenes estaban ya en otra película.
Los viejos y los jóvenes se titula una de las novelas de Pirandello. Pienso al recordarla que nunca como ahora había habido una distancia tan brutal entre unos y otros. No me consta la estadística, pero por ahí se publicó que quienes más votaron por Cárdenas fueron los que andan en los 57 años y que el discurso tradicional de la izquierda no cuajó del todo entre los millones de jóvenes que este año entraron en el padrón electoral.
Así pues, mi querido Pedro, no nos extrañemos de que una jovencita nos diga de pronto en un café de la Condesa:
“Perdón, pero ¿quién es Ives Montand?”

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